martes, 16 de febrero de 2010

Las IES mexicanas y su contribución a una sociedad del conocimiento

Crónica de una sociedad que vive en crisis financiera permanente desde hace 40 años: egresados que trabajan en actividades no profesionales o que deciden no trabajar

Hace unas semanas el subsecretario de Educación Superior difundió los resultados del estudio Panorama del Mercado Laboral de Profesionistas (en pdf aquí) sobre egresados de las universidades e instituciones de educación superior. Hay dos aspectos que presentaron los medios masivos que vale la pena explorar con más detenimiento:

a) Son los egresados más pobres quienes acceden a trabajos que no requieren cualificaciones profesionales.

No es una novedad que el sistema educativo más que transformar la realidad la replica. Si bien la educación se ha convertido en un bien que puede producir ganancias, no beneficia a todos de la misma manera. Para finales de 2009 observamos que estudiar una licenciatura no necesariamente permite salir de la pobreza: 3.6% de los profesionistas viven en pobreza extrema y el 9.4% vive en pobreza moderada; para estas personas el acceso a estudios universitarios no garantiza un mejor nivel de vida.

Por otra parte, 37% de los profesionistas trabajan en actividades no profesionales. De manera paradójica, en México son los profesionistas quienes tienen la más alta tasa de desempleo que es de 5.7. En contraste, el desempleo para las personas que no tienen estudios es de 2.7. Ser taxista o vigilante son las opciones más recurridas por los antropólogos, los etnólogos, los arquólogos, historiadores y geógrafos.

b) Los egresados más ricos prefieren no trabajar.


Los egresados más ricos prefieren no buscar trabajo. Quizá conocedores de las terribles condiciones laborales que existen; 1 de cada 10 profesionistas con empleo estable no cuenta con prestaciones laborales, y el 26% obtiene ingresos de 3 salarios mínimos (5000 pesos mensuales), se abstienen de buscar trabajo. Los egresados de las licenciaturas de antropología, arqueología, etnología, diseño industrial, artes plásticas, filosofía, nutrición, diseño gráfico, se encuentran en esta situación.

Según lo divulgado en los medios son 920 mil egresados de las universidades, que en su mayoría pertenecen a las “clases acomodadas”, no buscan empleo, y si se les ofrece uno lo rechazan porque no quieren trabajar. El subsecretario de Educación Superior, Rodolfo Tuirán afirma que el costo para el Estado mexicano de tan sólo de 200 mil profesionistas de entre 24 y 34 años de edad, es de 37 mil 600 millones de pesos, lo que significa haber invertido en su formación 1.6 veces el presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México, sin que tenga impacto en el desarrollo del país.

Funciones de una institución de educación superior en una sociedad basada en el conocimiento

En el análisis de los resultados se deja entrever que la educación superior es una fuerte inversión financiera y humana para las sociedades actuales. Han sido los organismos internacionales, como la OCDE y el Banco Mundial quienes han puesto gran énfasis en el desarrollo de la educación superior. Desde su punto de vista el conocimiento será el motor de la economía para el siglo XXI. La nueva relación entre formación profesional especializada y la economía pone en un lugar diferente al rol tradicional de las universidades. El gurú de la sociedad del futuro Peter Drucker afirmaba por la década de 1990:

El centro de gravedad social ha pasado al trabajador "de conocimiento". Todos los países desarrollados están llegando a ser postempresariales, sociedades "del conocimiento". El acceso a los buenos trabajos y las oportunidades de carrera requieren de modo creciente, en los países desarrollados, un diploma universitario (Drucker, 1996:253).

Didriksson (2002) establecía que al arribar al año 2000 el 30% de las ocupaciones requerirían de educación universitaria. Sin embargo, la lectura que hace Didriksson del fenómeno es desde un país satélite como lo es México y con la esperanza de que en un futuro próximo se insertaría en la competencia global. Drucker es muy claro cuando en su análisis se refiere a los países desarrollados ya en 1980. Los resultados obtenidos en México nos muestra las dificultades de realizar cambios estructurales y de los peligros de extrapolación de las experiencias de los países desarrollados. Si bien el sistema de educación superior ha aumentado su matrícula y formado 8 millones de profesionistas. Su relación con otros sectores de la sociedad mexicana no se han transformado:
  • el sistema productivo se estancó y no logró producir una fuerte demanda de profesionales especializados. Esto debido a que las empresas mexicanas son más dadas a importar conocimiento que a producirlo. Además su competividad global es baja y por tanto, su única fuente de financiamiento es lograr ganacias manteniendo los sueldos bajos.
  • el sistema de gobierno federal y estatal ha restringido sus actividades debido a las crisis financieras, de tal forma que posee una gran burocracia dedicada a actividades de bajo nivel de complejidad y bajos salarios. Además con las restricciones financieras no puede generar puestos de trabajo que requieran de profesionales especializados con mejores salarios.
Estos dos aspectos limitan las posibilidades que surgieron a partir de la década de 1970 en los países desarrollados en donde o las empresas o el Estado crearon las condiciones para generar empleos que requieren de profesionales especializados. En el presente en México se ha incrementado la paradoja de contar con profesionales descalificados, con bajos salarios y trabajando en actividades que no requieren estudios universitarios. Si la libre empresa o el gobierno no puede generar suficientes empleos lo que ocurre es que nuestros egresados de las universidades están compitiendo por actividades productivas de una sociedad premoderna bajo los valores de la sociedad posmoderna. Y no hay pistas y evidencias claras de que esta situación pueda cambiar en los siguientes años.


Recursos asociados:

Didriksson, A. (2002): La Universidad del Futuro. Relaciones entre la educación superior, la ciencia y la tecnología. México: CESU/Plaza y Valdés.

Drucker, P. (1996): Las Nuevas Realidades. México: Hermes.