sábado, 30 de julio de 2011

Reforma Educativa, reforma cultural.

¿Cuantas reformas se necesitan para transformar la concepción cultural de las y los educadores, al respecto de las prácticas educativas en las instituciones de educación superior? ¿Son las reformas a los planes de estudio aspectos que transforman efectivamente las estructuras organizativas en los procesos de enseñanza y aprendizaje? ¿Son los enfoques por competencia realmente novedosos? ¿Es una reforma, en el sentido extenso del concepto, una solución a las carencias del sistema?

Posiblemente las preguntas planteadas tienen una respuesta desde el punto de vista institucional, la cual, de manera indefinida, tiene una relación con las respuestas prácticas: las que surgen de las experiencias y necesidades de los centros e instituciones educativas; evidentemente no son compatibles, al menos no desde el punto de vista de la construcción de las características que definen a una reforma de planes de estudio.

El efecto más fuerte de la aparición de un suceso como la reforma es la percepción del cambio, lo curioso es que no se contempla como algo negativo cambiar, sin embargo, la resistencia a éste está muy presente en las discusiones sobre los "cómos" -cómo abordaremos los nuevos contenidos; cómo se presentará a las autoridades el nuevo plan, cómo se modificarán las relaciones teórico prácticas; cómo satisfacer necesidades educativas específicas; cómo respetar la diversidad de contextos...- Esto ocurre porque se entiende, históricamente, a los procesos de reforma como cambios álgidos y a veces aberrantes. En nuestro país, México, el concepto ha adquirido el sentido de borrón y cuenta nueva, siendo que el borrón implica la gran mayoría de las veces descuidar los pocos logros y avances que se habías estado construyendo a lo largo de la puesta en práctica de un proceso anterior, el cual fue originado, con toda seguridad, por una reforma. Este es un efecto común en el sistema educativo, al igual que en muchos otros.

Una reflexión que tiene intención de "alivianar" la angustia que los profesores de educación superior que sufren de los procesos de reforma es que "vean", que se apropien del resultado (no del proceso, que en general es tedioso y requiere de muchas habilidades retóricas y de paciencia) sino del resultado. Hay que aprovechar que en la posibilidad que brinda el espacio de "un nuevo plan, que en general se puede ver como una propuesta a lo que ya existía. Reforma no es "borrón y cuenta nueva" es cambio de mentalidad -este el el verdadero sentido del aprendizaje en general, un cambio en la concepción y en el pensamiento, no la adquisición de información). Habiendo infinidad de contextos es obvio que un sólo plan no satisface las necesidades educativas de los sujetos a los que se aplica el cambio, hay que ajustar y eso sólo se puede lograr mediante la flexibilidad personal (no de las reformas) y comenzar a orientar con posiciones propias y valiosas, que ya han generado sentido, en las propuestas de enseñanza sobre diversos trayectos formativos. Una reforma sólo adquiere sentido en la medida que se aplica con existo en una situación específica, y el éxito depende de la satisfacción de los intereses y necesidades de un contexto, esto a su vez depende de "llevar agua al molino propio" y evitar lo que siempre ha acontecido en procesos de propuestas de cambio que provienen de la institución, a saber: pedir que la mesa esté lista.

Reforma también es romper con los esquemas de dependencia institucional. Si la intención es cambiar las formas de aprender ( de propósitos a competencias, por ejemplo), esto se logra cambiando las formas de enseñar. Dejando de "solicitar" los contenidos. Estos hay que generarlos. Posiblemente, con un grano de arena de cada quien que no consiste sólo en ser testigo de los procesos (lugar donde todos quieren estar) y comenzar a ser el que mete las manos en el lodo de su propia trinchera puede haber una reforma real. una que genere todos los sentidos necesarios para comenzar una verdadera transformación cultural en el hecho de pensar nuestras prácticas como educadores y como estudiantes.