De un tiempo la educación ha sufrido una serie de rezagos y complicaciones en varios aspectos. En primer lugar, la OCDE saca a la luz un informe que contiene una serie de datos que demuestran los desequilibrios en la inversión anual por estudiante en todos los niveles (La Jornada 10 de Septiembre de 2008). Asimismo, se corre el riesgo de una disminución al presupuesto destinado en educación para el 2009 por parte del Gobierno Federal administrado por Felipe Calderón . Con relación a la alianza por la educación, se recurre nuevamente al diálogo y a la comprensión de los sectores afectados (i. e., los maestros), y hacer un acto de convencimiento al respecto de la mejora en varios aspectos que están inmersos en la educación: servicios, preparación del docente, otorgamiento y control de plazas, y toda la serie de elementos hacía los que se ha demostrado, ya a un cierto nivel nacional, desacuerdo y rechazo.
Sin duda, el panorama educativo en México es un tanto desolador y al parecer lo ha sido ya desde hace algún tiempo. La relación de la necesidad de técnicos en turismo con las zonas hoteleras, vistas como corazones económicos del país, no deja otro sabor de boca más que el de la corrupción impregnada en las instancias más necesarias para el desarrollo de cualquier país (i.e., educación). La inseguridad, la violencia, la pobreza, la falta de empleo y ahora el escaso apoyo a la educación, bien puede interpretarse como un proceso lineal, si no es que como los elementos de la ecuación que explique la realidad mexicana actual.
No se trata de vislumbrar el destino que nos depara la actualidad; más bien se trata de ver, simplemente, los elementos de la situación concurrente. La dinámica que se da en la relación entre instituciones y la sociedad siempre es en círculos, análoga a las manecillas del reloj: a las 3 en punto se encuentra un cierto ideal de cómo se plantean son las cosas, las ofertas y los planes de mejora emanados desde las instituciones; a las 6 en punto están los discursos políticos, las voces que abogan por la negociación y el diálogo; a las 9 en punto los hechos, las acciones reales que acontecen, los bloqueos, rechazos y manifestaciones; por último, a las 12 se encuentra la sociedad, sus necesidades, su situación real, sus propuestas y sus ideas, las cuales se desvanecen a medida que pasa el tiempo y una nueva circunstancia se genera ¿no valdría la pena detenerse un poco en el tiempo y reflexionar en lugar de seguir un progreso desvocado y , aparentemente, con sentido para unos cuantos? ¿no es más un indicador de desarrollo algo estable y funcional que estar rompiendo a cada instante con las condiciones propias de un país?
miércoles, 10 de septiembre de 2008
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