viernes, 16 de octubre de 2009

La obsesión por el ranking o el mundial de universidades

A ganar el mundial de las universidades

Recientemente se ha presentado el listado de la mejores universidades realizado por Times Higher Education (THE), en el 2009 la única universidad de América Latina es la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

¿De dónde surgió el interés por los listados? José Joaquin Brunner en su blog publica una interesante reflexión sobre los listados de las mejores universidades de Ellen Hazelkorn. En el texto hay varios puntos que nos invitan a la reflexión:
  • En años recientes hay una auténtica obsesión por aparecer en los primeros lugares de las listas internacionales o nacionales.
  • El origen de los listados de las universidades consistía ofrecer información a los padres de familua y a los jóvenes preuniversitarios una base para elegir una universidad.
  • Hoy día, sin embargo, los listados están siendo utilizados para otras finalidades, por ejemplo, la elección de convenios con universidades "de clase mundial", seleccionar las instituciones elegibles para otorgar financiamiento o donaciones, dar preferencia a egresados de las universidades en los primeros lugares de los listados, etc.
  • Los listados arraigan una definición única y obscura del término calidad educativa; es única porque la calidad educativa se "visualiza por ocupar el lugar más alto de una lista", y no se definen de manera explícita los criterios que se tienen para asignar la posición. Es obscura porque tampoco queda muy claro quiénes participaron en la definición de los criterios o indicadores utilizados.
Quizá el riesgo más importante consiste en el último punto. Los listados de las universidades arraigan una definición, universal, estática, limitada y obscura del concepto de calidad educativa. Es una tarea compleja (más no imposible) la de crear criterios o indicadores sobre la calidad pertinentes y significativos de un programa educativo o del funcionamiento de una IES, sin embargo, es muy probable que tales indicadores no sean pertinentes para evaluar otro programa educativo u otra IES. Es muy probable que una universidad como la UNAM o la University College London, requiera de decenas de procesos de evaluación sobre su calidad educativa para tener una visión aproximada de su funcionamiento, además que quizá los resultados no puedan ser comparables entre sí.

La UNAM como ejemplo

Actualmente, posee 82 carreras en 153 planes de estudio, 40 programas de posgrado, 13 facultades, 5 unidades multidisciplinarias, 4 escuelas, 29 institutos y 16 centros de investigación, presencia en 24 entidades federativas en México, EUA, Canadá y España, 5 polos de desarrollo regional, etc. Como se puede apreciar, la UNAM es un conglomerado diverso y complejo, resulta muy difícil asegurar que todas las licenciaturas, que todas sus facultades y todos sus centros de investigación tienen la misma calidad educativa y que se pueden evaluar con los mismos criterios.

Para evaluar cada aspecto que integra la UNAM se requiere de procesos de evaluación distintos y específicos. Esta complejidad, sin embargo, provoca un corto circuito en nuestros cerebros humanos y preferimos disminuir la complejidad utilizando un resumen general. Una lista o un número parece ser más sencillo de digerir. Las listas disminuyen el nivel de ansiedad y por ello pululan por los periódicos, la televisión y en la web.

Para el caso de México existen varios listados, por ejemplo, el ranking universitario de empresa IPSOS 2009:


Ranking Universitario 2009

Algunas reflexiones finales

1. Si estamos interesados en evaluar nuestras instituciones el objetivo principal debería ser ofrecer a nuestra audiencia, sean estudiantes, investigadores o instituciones gubernamentales, información significativa y pertinente. El objetivo no debería ser "estar hasta arribota de una lista dada".

2. Una información significativa y pertinente no forza a hacer comparaciones con otros programas o instituciones.

3. Si el objetivo de la evaluación es la mejora continua de la calidad, entonces, las comparaciones se tienen que realizar con la propia institución o programa a través del tiempo, bajo criterios e indicadores significativos y pertinentes. Dice que la sabiduría popular: "no hay que llegar primero sino saber llegar".

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