Para el 2005 CONAPO informó que la población de jóvenes de 15 a 24 años es la generación de mayor tamaño en la historia demográfica de nuestro país, y su número prácticamente se cuadruplicó al pasar de 5 millones en 1950 a 21 millones en 2005. De los cuales, INEGI informó que de cada 100 jóvenes, 3 no han logrado incorporarse al sistema educativo, 6 tienen entre uno y cinco grados aprobados de primaria, 14 concluyeron la primaria, 36 cuentan con algún grado aprobado en secundaria o estudios equivalentes, 2 aprobaron al menos un grado en estudios técnicos profesionales, 24 tienen algún grado aprobado de bachillerato o preparatoria y 14 aprobaron alguno de estudios superiores (para ver el informe dale clic aquí).
Es responsabilidad del Estado mexicano invertir en la educación de los jóvenes debido a que constituyen capital humano fundamental para el desarrollo económico, social, y cultural del país. Por ello, aunque la educación obligatoria comprende hasta secundaria, es necesario ampliar la cobertura de la educación media superior y superior, disminuir los índices de deserción y aumentar la eficiencia terminal.
Según los datos del Plan Nacional de Desarrollo (2007-2012), la cobertura de la educación superior en México es de 25.2%, lo que significa que casi el 75% de los jóvenes entre 19 y 24 años no siguen con su formación profesional. La educación superior está conformada por diferentes niveles: técnico superior, licenciatura en educación normal, universitaria y tecnológica; y el posgrado que incluye la especialización, maestría y doctorado. Según datos del ANUIES (Anuario Estadísticos, 2004) 2311,000 de jóvenes se encontraban estudiando alguna modalidad de la Educación superior y 142,500 inscritos en un posgrado.
Junto con la falta de cobertura, los jóvenes enfrentan otro obstáculo, el aumento de de IES privadas, en el año 1992 eran el 21% del total, para el año 2005 el 32% de la oferta para los mexicanos eran privadas (Sexto Informe, Fox). Situación que elitisa la Educación Superior y por tanto marca mayor desigualdad en las oportunidades de acceso a educación de los jóvenes. Ya que la educación privada se carga directamente al gasto de los jóvenes y de los padres de los mismos; reduciendo así las posibilidades a los jóvenes pobres y marginados.
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